Fiesta de toros
Poema
Juan Víctor Sánchez Pérez
Voz: Juan Víctor Sánchez Pérez
Duración: 3:40
Musica & FX: Audiolibro.org
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Homenaje al toro de lidia.
En estos tiempos en los que la polémica abunda sobre la fiesta de los toros, quizá quiera verse en este poema una defensa o un ataque en contra de la misma. Nada más lejos de la intención del autor, que se limita a escribir lo que siente por el toro y cómo lo siente, ensalzando la estética de la tauromaquia al mismo tiempo que compara la injusticia humana con la muerte del toro en la plaza. Que cada cual entienda lo que quiera entender. La obra es un homenaje hacia el toro de lidia, escrita cuando esta controversia no estaba de moda, sin pretensiones de entrar en la polémica sobre la fiesta nacional.
FIESTA DE TOROS
Naces negro y blanco,
creces blanco y negro
entre las flores …
Entre tomillo y romero,
entre los nobles olores …
¡Rompes de pronto en tu plaza,
joven y fuerte y valiente!
¡Sin nadie que te dé caza,
sin nadie que te haga frente!
Olisqueas el albero,
presientes la muchedumbre
y te arrancas bravo y fiero
sembrando la incertidumbre …
Mas … ¡Cuán será tu sorpresa
al advertir el engaño!
Pues cuando alcanzas tu presa
tan sólo el aire atraviesas
persiguiendo un rojo paño …
Hace en ti mella la furia,
hierve tu sangre caliente,
¡y arremetes, inconsciente,
haciendo astillas tu cuna
contra la tabla inocente!
Ya ves …
El burladero se burla
y tú maldices tu suerte
entre fantasmas de trapo
y los olés de la gente …
Tocan clarines, timbales,
al ruedo sale un caballo,
tú lo miras, él se acerca,
de firme te viene al paso
y sin pensarlo te espetas
contra la lanza un puyazo …
Ahora uno, después otro,
¡Y uno más si viene al caso!
Para humillar tu cabeza
y tu nobleza y tu rango …
Y al sonar los instrumentos,
que ya han sido mencionados,
sin dejarte tregua alguna,
ni respiro ni descanso,
le clavan a tu negrura
unos rehiletes en blanco,
o quizá de otra tintura.
¡Quizá negros si eres manso!
No sólo un par sino tres
pares de arpones te ponen
y se insertan en tu piel
arrancando mil clamores …
¡Resuenan ya los tambores,
clarín y timbal otra vez!
Pues el diestro se dispone,
montera en mano, y propone
brindar tu muerte a su rey …
Olé, olé ……………. y olé …
¡Por naturales se ve,
cuándo el torero es un hombre
y cuándo un hombre lo ES …!
Y es aquí, noble berrendo,
cuando acaba el pasodoble,
¡negro y blanco, blanco y negro!
donde cambian el estoque
por uno grande de acero …
Todos se callan entonces,
todo se queda en silencio,
y tú intuyes que las flores,
tu tomillo y tu romero,
no serán más los olores
que jugaban con tu pelo
y te entregas ya de lleno,
por terminar sinsabores,
muriendo contra tu empeño
sin rechistar ni una queja
y así te cortan la oreja
y se la dan a su dueño …
¡No sabes, noble berrendo,
cuán tu vida se asemeja
(quitando lo de la oreja)
a la del hombre en su encierro!
Jamás se hubiera definido tan bien una corrida, y el sentimiento que ello conlleva desde el punto de vista del ojo del berraco.
Sublime, una vez más. Enhorabuena por ese momento de lucidez que lleva a un auto a escribir algo así y a tener el suficiente arte para recitarlo.
Olé!
Me dejaste sin palabras… Enhorabuena amigo.