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El último Amorántico

septiembre 26, 2010 — 10 comentarios

El último Amorántico
Poemas
Juan Víctor Sánchez Pérez
(Jonvic)
Voz: Juan Víctor Sánchez Pérez
Prólogo: Sacha Criado
Duración : 30 Minutos
Música: Lena Selyanina, Shane D Rymer, Aufklarung & Harold Azmed (cc:by-sa)
FX: Audiolibro.org
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Las palabras no viajan como la luz, en línea recta, más bien van dando tumbos, como las bolsas de plástico que el viento lleva y trae a su capricho.
Es por ello que “El último amorántico” se compone de trozos, de jirones de palabras que se unieron de la mano de Miguel Gamazo, entresacadas de otro montón de ellas que a su vez quedaron reunidas de casualidad, como un poso, como el azar quiso, desde el torrente de palabras que escribo, o mejor dicho, desde el río de palabras que se dejan atrapar por mi pluma y caen en la telaraña de los papeles en blanco.
Así, estos 500 versos resultan ser una “mini-antología” de toda “mi obra”, si es que se puede poner el posesivo al que se limita a traducir sentimientos.
No es pues cuestión de tomar este libro como algo unívoco que posea coherencia intrínseca, sino como pinceladas de distintas épocas y distintos estilos.

Espero que lo disfrutéis. Un abrazo.

Juan Víctor Sánchez Pérez

Nota:

No quisiera dar por terminado este «guiño de palabras» sin nombrar desde el recuerdo y, por lo tanto, desde el cariño, a esos hombres a cuyos «hombros de gigantes» me he ido subiendo, como el mono se sube a los árboles desde pequeño, sin ser muy consciente de el cómo y el porqué.
Así, he tenido el placer de tener amigos como Waldo Santos, cuyas inolvidables tardes-noches de sopas de pastor y poesía eran todo un Ateneo inolvidable; Patxi Acevedo, de confesión vinoautista, que a buen seguro andará por la viña del Señor dando guerra y que me enseñó una perspectiva distinta de la vida; Ramón Abrantes, dueño de las curvas y gran tertuliano; Luis Quico, con su sentido del humor siempre vivo, como los colores de sus obras; Claudio Rodríguez, el hombre de la profunda mirada y la voz estrellada, que no dudó en su día en animarme para publicar mis poemas; Remigio González (Adares) el poeta de El Corrillo en Salamanca, que nos recordaba a todos que la poesía es necesaria; mis conversaciones con él eran agradablemente interminables; Pepe Bernal, que me enseñó latín, en todo el amplio sentido de la frase y en fin, a mi abuelo D. Leoncio, el practicante, que fue lo más parecido a un artista que he tenido en mi familia y cuyo Ser rezumaba en sí mismo poesía.
Todos, Hombres de una pieza, monolitos que sostienen el horizonte, ramas sin cuya existencia el árbol sería un simple tronco.
A todos ellos, que en PAZ descansen y mil GRACIAS, que a los vivos ya se las daré de viva voz.

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Edición impresa: Cubierta y Contracubierta

Cuatro besos sobre cuatro versos… Las palabras flotan en el aire…» así comienza este viaje sin retorno de quien se afana por hacer de las palabras su templo y sólo ser, sabiendo que no se es nada.
Viaje de quien naufraga por atreverse a buscar puertos distintos, y nunca se rinde.
Viaje de quien es capaz de recrear a cada paso lo vivido porque es capaz de mancharse con la vida y vivirlo todo desde dentro.
Viaje de quien es capaz de asombrarse y soñar bien despierto, que es como se sueña lo importante, con un mundo «sin amores de plástico impermeable» y anhela la profunda «paz de la piedra» mientras se vuelca a sí mismo en un trozo de papel que cobra vida.
A la deriva podremos sentir que «todo es un mar», y que hay almas que se desnudan y tienen algo que decir aún más digno que el silencio.
«Es hoy que os predico esta locura» aún hay alguien que vibra «pero no con un vibrar de campanas, no» hay quien vibra con voz firme, pasos ciertos y, además, se deja herir por llevar el alma a flor de piel y sus entrañas a la intemperie.
Os invito, y me invito, a dejar que este «sol de palabras» ilumine nuestras sombras y a temblar de puro asombro.
Jaime Sanz