Archivos para Mariano José de Larra


Larra : Artículos : Entre qué gentes estamosArtículos de costumbre
¿Entre qué gentes estamos?
Mariano José de Larra
Voz: Adela Cáceres
Duración: 15 minutos
Selección Musical : Gelosoft (cc:by-sa)

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Son Los artículos de costumbres los que nos permiten captar mejor el latido de la personalidad de Mariano José de Larra. Superando el fácil costumbrismo, Larra analiza en ellos el fondo mismo del alma española y contrasta la realidad cotidiana de su pueblo con los valores de la cultura moderna, los ideales de la tradición y su propia sensibilidad personal.

Fuente: Own work (cc:by-sa)

Volvemos a ofrecerles otro ingenioso artículo: ¿Entre qué gentes estamos?, que seguramente les dejará muy sorprendidos.

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Costumbrismo
Literatura española
Romanticismo

La vida de Madrid

mayo 21, 2013 — 2 comentarios

Artículos de Costumbre (La vida de Madrid) - LarraArtículos de costumbre
Mariano José de Larra
La Vida de Madrid
Voz: Adela Cáceres
Duración: 10 Minutos

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Larra está considerado como el primer gran periodista español. Su actitud crítica, heredada de los ilustrados españoles, su apasionamiento romántico y  su aguda mirada, deja escapar muy pocos aspectos de la realidad española de su época: errores políticos, vicios privados, pecados nacionales, lacras sociales…aspectos que por desgracia,  podemos observar en estos difíciles momentos de crisis que vivimos en la actualidad.

Mariano José de Larra : Estatua de Madrid

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Artículos de costumbre
Vuelva usted mañana
Mariano José de Larra
1809-1837
Voz: Manuel Sañudo Guerreira
Duración: 23 minutos
Selección Musical:
Mercedes Menchero Verdugo

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“La crítica de las costumbres tiene una alta misión: depurar el lenguaje, corregir los abusos, perseguir los vicios, difundir las buenas ideas,atacar las preocupaciones que las cierran el paso y destruyendo todos los escombros que lo pasado nos ha dejado, preparar el porvenir” (D. F. Sarmiento, Mercurio, 8 de noviembre de 1841).

Mariano José de Larra

No podía faltar en nuestra colección uno de los mejores y más representativos Artículos de costumbre de Mariano José de Larra: Vuelva usted mañana. Irónica y magistral reflexión sobre la Pereza Española.

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Costumbrismo
Elegía de José Zorrilla al difunto Larra
Romanticismo


casarseArtículos de costumbre
El casarse pronto y mal
Mariano José de Larra
Voz: Paco Esquivias
Duración: 20 minutos
Música: Escape Philosophy
Antonio Raffone

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Artículo periodístico de Mariano José de Larra publicado bajo el seudónimo «Bachiller Juan Pérez de Munguía«, en «El pobrecito hablador«, una revista satírica, un 30 de noviembre de 1832.

Irónica reflexión sobre la «ignominia de las palabras» y de la inolvidable frase hecha: “en este país«.

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Larra1Artículos de costumbre
La calamidad europea
Mariano José de Larra
Voz: Paco Esquivias
Duración: 13 Minutos
Música: Escape Philosophy (cc:by)
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Larra nació en Madrid en 1809.
Se dedicó en cuerpo y alma al periodismo firmando sus artículos con el seudónimo de Fígaro.
Murió muy joven, a los 27 años de edad, en Madrid (1837).

Mariano José de Larra, retrato

En La Calamidad Europea, Mariano José de Larra ironiza una vez más sobre la forma de vivir española, es decir sobre el costumbrismo.

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Larra2Artículos de costumbre
La cuestión transparente
Mariano José de Larra
Voz: Paco Esquivias
Duración: 6 Minutos
Música: Tom Fahy (cc:by)
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Un mordaz artículo del romántico Larra.

No ha dos días que un señor orador apellidó en el Estamento de Procuradores a la cuestión de los empleos «cuestión transparente», porque detrás de ella, por más que se quiera evitar, siempre se ven las personas. Nosotros pensamos lo mismo. Hay expresiones felices que nunca quedarán, en nuestro entender, bastante grabadas en la memoria. Cuánto sea el valor de estas expresiones, dichas en tiempo y lugar, no necesitamos inculcárselo al lector. Felices son por lo bien ocurridas, felices por el apropósito, y felices, en fin, porque hacen fortuna. Estas expresiones, de tal suerte dispuestas y colocadas, suelen ser el cachetero de las discusiones, la última mano, la razón, en fin, sin réplica ni respuesta. Después que un orador ha dicho en clara y distinta voz que el Pretendiente es un faccioso más, ya quisiera yo saber qué se le contesta. Cuando un orador suelta el «mal aconsejado», el «inoportuno», el «cimiento» y la «rama podrida», ya quisiera yo que me dijeran hasta qué punto puede llevarse la cuestión en cuestión; y si hay oradores, si hay epítetos y adjetivos, si hay expresiones felices, hay cuestiones que no lo son menos. Una cuestión, cuando es una simple cuestión, es una cuestión y nada más. Pero hay cuestiones de cuestiones. Las hay espesas y de suyo oscuras y enmarañadas, al trasluz de las cuales nada se ve; puédese escribir encima de ellas non plus ultra: nada hay más allá. Entre éstas pudiera muy bien clasificarse la de los derechos sociales. ¿Qué se ve al través de esta cuestión? Nada ciertamente: algún «visto», algún «veremos», o por mejor decir algún «no veremos». La de la libertad de imprenta. He aquí otra cuestión, oscura, negra como boca de lobo. Encima de ella ya se distinguen algunas prohibiciones, tal cual destierro; pero al trasluz, ¿qué se ve detrás? Absolutamente nada; como dice Guzmán en La pata de cabra, «sólo se ve que no se ve nada». La de la Milicia Urbana: he aquí una señora cuestión; ésta es más tupida que una manta. ¿Qué se ve detrás? Es todo lo más si confusamente se divisa por encima un reglamento, que se las puede apostar en enmiendas y fe de erratas al mismo diccionario geográfico. Es todo lo más si en la superficie se distinguen algunos miles de hombres sin fusiles, y multitud de fusiles sin hombres. Pero al trasluz nada. Semejante al retablo de maese Pedro, las pocas figuras que hay, todas están delante. Detrás ni aun Ginesillo de Parapilla y Pasamonte, que las mueve, se distingue.

Estas cuestiones, pues, oscuras y tupidas, no valen nada. Las grandes cuestiones son las transparentes. La de los empleos, por ejemplo: he aquí una cuestión de pura gasa. Aquí es donde se ve claro: detrás de ella no se necesita lente para echar de ver los empleos, y no tamaños como avellanas; el más pequeño aparece a guisa de prodigio microscópico, más grande que nuestra misma libertad, y en punto a tamaños no hay más que ponderar; pues aun se ve más, porque detrás del empleo se ve a lo lejos (un poco más en pequeño, es verdad) al hombre, pero se ve. ¡Qué no se divisa detrás de ciertos empleos, y no a ojos vistas precisamente, sino aun a cierra ojos! Se ven los empleados de los diez años; verdad es que apenas se ven los de los tres; pero, en fin, se ve; en una palabra, se ve que se ve algo; se ve que se verá más; y se verá, digámoslo de una vez, lo que siempre se ha visto; los compromisos, los amigos, los parientes… es el gran punto de vista: todo se ve. ¡Fatalidad de las cosas humanas! En las otras cuestiones anhelaríamos la transparencia. Y en ésta, en que se ve, nos hallamos precisados a exclamar: «¡Ojalá no se viera!».

El Observador, n.º 97, 19 de octubre de 1834. Firmado: F

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